Cededme una ventana,
que mi cama niega
el sol.
Escuchad, escondidos,
mi respiración agitada,
sorpresa la vuestra ante la soledad de quien respira y reposa.
No pasaréis
aun mostrando la mano
por debajo de mi
puerta. Puerta cerrada,
ninguna ventana.
Los ojos mienten, el hedor
impone Bajo las sábanas
el suelo grita tumbado.
Aun a solas, solo
amanece el olor a sangre
más allá de mi ventana.
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1 comentario:
Alejandro ¡te convertiste de pronto en una máquina de escribir!
:)
PD: si trabajas este verano en el Sant Vicenç, verás a mi hermano Xavi. ;)
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